La gatita Luna vivía en una gran casa en la ciudad, donde ella era la reina y disfrutaba de todas las comodidades y caprichos.
Era una gatita linda, melosa y presumida. Siempre que pasaba por delante del gran espejo que presidía el salón, se paraba delante de él para contemplarse y decir:
- "Soy Luna, la gatita más linda que hay en este mundo, mi pelo es suave y mi rabito está siempre cepillado, parece de algodón. No existe otra igual a mí, miau, miau." -
Así pasaban los días, y Luna cada vez era más y más presumida, no tenía miedo de nada porque sus dueños nunca la sacaban de la gran casa donde vivía y allí se encontraba segura.
Llegó el verano y con él las vacaciones. Así que toda la familia se desplazó de la ciudad a una casa en el campo huyendo del calor.
Luna por su corta vida, no conocía otro lugar que no fuera su casa de la ciudad y así se marchó, rumbo a lo desconocido, contenta de poder conocer algo distinto.
A la caída de la tarde, cuando los rayos del sol se ocultaban con timidez en el horizonte, llegaron a la granja donde les esperaban grandes sorpresas, sobre todo a Luna.
Era un mundo diferente al que ella conocía, los niños jugaban en el jardín que bordeaba la vivienda y sus gritos se oían por todos lados. Luna comenzó a curiosear y buscó el gran espejo que adoraba.
Volvió a entrar y salir una y otra vez al gran salón, pero no lo encontraba por ninguna parte. Entonces se dió cuenta que no podría ver su bonita figura reflejada en ningún sitio.
Entró en una de las habitaciones y nada, el espejo no aparecía. Salió de allí y pasó a otra aún más grande, pero tampoco.
Se encontraba cada vez más triste, ¿como iba a poder estar tanto tiempo sin poder ver su preciosa carita?.
Se echó al lado de la chimenea de la cocina y entonces se vió. En el cristal entreabierto de la puerta que daba al jardín, estaba ella, con su rabito esponjoso y su linda carita. Se levantó de un salto y fue corriendo hacia allí.
Se miró por delante, por detrás, de lado, lamiéndose los bigotes y atusándose el pelo de su lomo.
- "Que linda soy y que feliz me encuentro de poder volver a verme" -
En ese instante se dió cuenta que la puerta estaba abierta y en sus ganas de investigar, salió fuera al sol de la mañana. Que a gustito se encontraba en la hierba fresca con ese olor tan lindo que despedían las flores de las macetas y ese airecillo fresco que venía de las montañas.
Se acercó a la fuente de agua tan clara que parecía un espejo y al asomarse al borde allí se vió de nuevo.
- "Pero que lindísima soy, que ojos tan bellos y que boquita tan pequeña y sonrosada tengo." -, exclamó.
Tan entretenida estaba viéndose que no se dió cuenta del perro que había a su espalda. Solo sintió el golpe al caer al fondo de la fuente y como sus pulmones se llenaban de agua.
- "Miau, miau, miau, socorro, socorro, que alguien me ayude, no puedo respirar, no puedo salir de aquí." -
Los niños que jugaban en el jardín, oyeron el chapoteo y fueron corriendo a la fuente, donde Luna, totalmente empapada intentaba salir. La tomaron en sus brazos y la envolvieron en una toalla grande y suave que utilizaron para secarla.
Fue tan grande el susto que se llevó que solo pudo decir:
- "Eso me pasa por presumida, por estar siempre mirándome en los espejos, no lo volveré a hacer nunca más" -, pensó, y a partir de ese instante, Luna solo se preocupó de jugar con los niños de sus dueños y divertirse sin pensar mas en su belleza.
De esto tenemos que aprender. LA VIDA NOS ENSEÑA QUE LA BELLEZA INTERIOR ES MAS IMPORTANTE QUE LA EXTERIOR PARA SER MEJORES.
Precioso Josefina, es un cuento distinto al que conocía, escrito con mucha maestría e imaginación, muy acorde para los niños...y los mayores.
ResponderEliminarUn abrazo
Me encanta el cuento, dentro de nada te veo escribiendo un libro de cuentos en papel!!
ResponderEliminarMuy bonito gatita
ResponderEliminarMe gusto mucho el cuento!
ResponderEliminarLo voy a interpretar en mi escuela!